jueves, 26 de abril de 2007

un poco de historia...

La Congregación nació en Marsella (Francia el día 1 de agosto de 1839, tomando el nombre de la fiesta litúrgica del día, SAN PEDRO AD VÍNCULA, en la que la Iglesia conmemora el hecho histórico de la liberación de San Pedro, de la cárcel, por medio de un ángel. (Hch. 12,1-12).
El P. Fundador, en justa analogía, dirá:
"Una Congregación religiosa, consagrada a la liberación de la juventud delincuente y abandonada es una obra deseada por Dios y destinada a hacer mucho bien..."
Los religiosos de esta Congregación están llamados a seguir fielmente a Jesucristo, a liberar a los jóvenes de todo tipo de cadenas opresoras y a abrir las puertas del Reino a todos los hombres. Su espiritualidad viene determinada por el hecho fundacional y se expresa en una dedicación total y desinteresada al servicio y promoción humana y cristiana de los jóvenes necesitados y en un espíritu de familia que transparente la "caridad a la que están llamados" en un incansable ejercicio de las Obras de Misericordia en favor de los pobres, especialmente jóvenes.
Es un Instituto clerical de Derecho Pontificio. Sigue las Reglas de San Agustín y las Constituciones propias. En 1842, el Papa Gregorio XVI alabó y bendijo al P. Carlos. El 27 de septiembre de 18753, Pío IX publicó el Decreto Apostólico aprobando la Congregación.
Su biografía arroja estos datos:
Ordenado sacerdote por el obispo de la diócesis, Fortunato de Mazenod, en 1831. Nombrado Vicario de San Ferreol en 1933 y trasladado con el mismo título a San Vicente de Paul en 1836. Capellán de La Providencia en 1837 y Canónigo Honorario de Marsella de Marsella en 1839. En este año fundó la Congregación de San Pedro ad Víncula. Por tres veces renunció al episcopado, al que fue propuesto. Posteriormente fue distinguido por el gobierno francés con la Legión de Honor. Murió en Marsella el 3 de diciembre de 1867, a los 61 años, con muchas obras en marcha y lleno de proyectos para el futuro.
Siendo joven sacerdote y Vicario de San Ferreol, una parroquia muy popular junto al viejo puerto de Marsella, en pleno corazón de la ciudad, fue sorprendido por el cólera, terrible epidemia que devastó la ciudad entre 1834 y 1835. Fissiaux, como la mayor parte del clero, se multiplicó en un servicio de socorro a los afectados. Pasados los terribles días del cólera fue invitado por su obispo a cuidad de los "huérfanos del cólera". Poco tiempo después, Dios le sorprende con una visita inesperada. Se le acercó el Sr. Lacoste, Prefecto del Departamento, y le habló de "los jóvenes delincuentes, detenidos judicialmente y condenados a las cárceles comunes". Fissiaux descubrió un mundo insospechado y quedó tan impresionado que se impuso a sí mismo y a sus colaboradores, como gran tarea, recuperar a aquella juventud. Y a eso dedicó su vida. Multiplicó sus actividades. Creó centros, muchos y variados. Preparó colaboradores y acabó fundando una Congregación religiosa dedicada a dicha misión, que se resume en un slogan: CADA JOVEN QUE SE RECUPERA ES UNA GENERACIÓN QUE SE SALVA.
La obra del P. Carlos Fissiaux, por su carisma y originalidad se extendió rápidamente. Se multiplicaron sus seguidores y fueron apareciendo orfanatos, correccionales, penitenciarías, pensionados, colonias escolares y agrícolas. Todo al servicio de la juventud.
Las Colonias Agrícolas, fenómeno muy extendido en la época, fue uno de los objetivos del P. Carlos. Visitó la Colonia modelo de Metray, y él mismo creó una propia en Beaurecueil que alcanzó fama a nivel europeo y llegó a ser lugar obligado de visita para los expertos.

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